Jardines del château de Sceaux
Tras cinco días «au pas de l’âne» en el Queyras y la visita a Beaune y su Hospicio, regreso a Paris. Ahora solo dispongo de unas dos horas. Y porque no aprovechar un paseo como muchos parisinos y de alrededores en los magníficos jardines que visten el Castillo de Sceaux?. La entrada es imponente y la atmósfera relajante. Se respira calma. La gente descansa en la hierba o aprovecha para leer, bajo los arboles, cerca de las fuentes y lagos y observar los pájaros e insectos. Un oasis en la capital.
El tamaño de su componente vegetal, la diversidad de su vegetación y el interés patrimonial de ciertas especies de murciélagos, saltamontes, escarabajos, aves y anfibios que se alimentan, anidan y crían en el lugar son pruebas innegables de su calidad ecológica. En un momento en que la biodiversidad se está erosionando peligrosamente en todo el mundo, es importante mantener la riqueza biológica de cada parte de nuestro territorio. El Domaine de Sceaux debe ser un ejemplo de cómo preservar un paisaje a la vez bello y funcional para la biodiversidad. (Fuente: www.domaine-de-sceaux.hauts-de-seine.fr).
Al pasar el portal con elementos dorados, la perspectiva dirige la vista de inmediato al eje central: el castillo. Una callejuela bordeada por arbustos moldeados, unos con formas cubicas y otros redondeadas dan la bienvenida al publico.
Adentrándome en sus dominios, me da la sensación de ser participe de un espectáculo, más que simple espectador. Circunvalo el castillo, hoy el horario no me permite su visita. Quizás en otro viaje. Desde la escalinata se observa una inmensa y verde planicie. Aunque se haya remodelado varias veces, guarda la esencia del artista que lo plasmo: André Le Nôtre, configurando figuras geométricas, fuentes y estatuas.
Jean-Baptiste Colbert, ministro de Luis XIV, adquirió el señorío de Sceaux en 1670 y amplió la residencia original de 1597.
Los jardines y el parque asombran por su belleza. «L’orangeraie» el antiguo huerto de naranjos enfrenta una magnifica miríada de plantas aromáticas y flores multicolores. El espacio abierto permite contemplar exposiciones de fotografías.
El siguiente escenario acoge al visitante con una melodiosa música compuesta por la simbiosis del agua de las fuentes y surtidores, con el canto de los pájaros
Esta composición formal atestigua la pericia del paisajista y pone de relieve una estructura hidráulica monumental: el Gran Canal, de más de un kilómetro de longitud, el Octógono, el Petit Canal
Su grandeza y su fuerza en el paisaje lo convierten en un recuerdo vivo y auténtico del Grand Siècle. Muchos otros elementos son testigos de esta época: el Pabellón de la Aurora, el invernadero, los estanques del castillo, el foso y los pabellones del patio principal, el Petit Château, etc. (Fuente: www.domaine-de-sceaux.hauts-de-seine.fr)
Debido al poco tiempo disponible, el paseo discurre por las principales sendas. Desciendo a la derecha y camino junto a estanques estratificados con chorros de agua y fuentes, hasta llegar a uno más grande y redondo. Sigo el canal, se ha instalado una pasarela para que las personas puedan cruzar y refrescar sus pies.
Continuo por la frondosa arboleda que acompaña el canal hasta regresar a los jardines delante del castillo. Desde la fuente, se toma un sendero que nos conduce a dos peculiares fuentes hechas de conchas y el castillo construido a mediados del siglo XIX por la familia Treviso. Ahora apremia el tiempo, la vuelta hasta el castillo por unos pequeños caminos cubiertos por la vegetación, casi como un laberinto verde encapotado, con fuentes diseminadas, nenúfares y estatuas.
Una visita imprescindible si uno se encuentra en Paris. Un enclave acogedor que permite relajarse y desconectar. Un pulmón de oxigeno para cualquiera que se acerque a descubrirlo. Prometo volver para con más tiempo ahondar en su historia, su ambiente y escudriñar la multitud de especies florales.
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Hasta la próxima aventurer@s!!!