«Au pas de l’âne» Desde Saint-Véran al Refugio La Blanche

El segundo día de escapada «au pas de l’âne» con mi estimada burra Princesse, empieza desde el refugio de los Gabelous en el bonito pueblo de Saint-Véran. Este famoso y peculiar pueblo, con su eslogan: « Là où le coq picore les étoiles », «Ahí, donde el gallo picotea las estrellas». Nuestra ruta de hoy es hasta el refugio de la Blanche. Un recorrido largo que comenzamos por el sendero que baja a la derecha hasta el torrente de l’ Aigue Blanche, continuando por el bosque del Suffie, pero tuvimos que regresar debido a un bloque de hielo que obstruía el camino. No obstante pudimos hasta entonces deleitarnos de los bosques y arroyos improvisados debido al deshielo. Tras regresar al punto de partida, tomaremos la senda de arriba que nos conduce hasta una mina de cobre, montañas de mármol verde, pasando cerca de la Chapelle de Clausis para  llegar al lago del Blanchet con su refugio La Blanche y el torrente que la medio circunvala. Un valle magnifico pintado de verdes, plata y ocres rodeado de montañas. Aquí el tiempo se para.

A continuación, os indicamos el enlace a las recomendaciones de rigor y avisos importantes a tener en consideración, antes de emprender actividades de senderismo: 

ENLACE A RECOMENDACIONES Y AVISOS IMPORTANTES

En Saint-Véran, la mayoría de sus fuentes son de madera se descubren pintorescas casas de montaña de fustas (una fusta es la parte superior de una casa de montaña, formada por troncos de árboles apilados, y sirve para almacenar y dejar secar durante el invierno el forraje recogido), una iglesia declarada monumento histórico y casas antiguas rematadas con tejados recubiertos de alerce o de laja. Durante el paseo, también se pueden contemplar preciosas fuentes de madera, capillas, relojes de sol, calvarios, hornos comunes… (Fuente: www.francevoyage.com)

Nos dirigimos al final del pueblo, donde en un principio tomamos el camino que baja a la derecha, cruzamos el puente y nos adentramos en un hermoso bosque. 

Pero tras unos kilómetros tuvimos que regresar, puesto que un enorme bloque de hielo y nieve bloqueaba el camino y llegaba hasta el río. Disfrutamos igualmente del paisaje bucólico de arboles, riachuelos y simpáticas vacas. 

Tras regresar sobre nuestros pasos, al compas de mi amiga Princesse, al llegar a la cruz de la misión, tomamos el camino de la izquierda, más bien es una carretera poco transitada. El andar es cómodo, no hay prácticamente desnivel y se puede apreciar otra perspectiva espectacular del valle y el río.

Cada poco tramo, nos paramos mi compañera de viaje y yo a contemplar el paisaje tan fantástico que se descubre ante nosotras. Las vistas son de ensueño y maravillosas. Debido al deshielo las cascadas acarician los flancos de las montañas para regresar al río y por ahora, apreciamos todavía, bosques de pinos y prados floridos multicoloreados. 

Pronto un panel indicativo nos informa que queda una hora de marcha hasta llegar al refugio, Princesse aprovecha para desalterarse, bebiendo de las cristalinas aguas de un riachuelo. 

De repente, nos sentimos observadas y es que el Queyras es territorio de marmotas, las hay por todas partes, curiosean a nuestro paso y son muy juguetonas. Pasamos cerca de una mina de cobre y un poco más adelante encontramos una cantera de serpentina «mármol verde». Este mármol se ha utilizado en el Panteón, la Ópera Garnier y la Concordia, entre otros lugares.

Conforme vamos ganando altura, los arboles se hacen más escasos. El paisaje va cambiando, pero es igual de esplendido y espectacular, con las cimas todavía con nieve en el mes de junio. Visualizamos a lo lejos la silueta de la capilla de Notre Dame de Clausis. bordeamos el río y al pasar el puente, nos vamos acercando a nuestro destino. Princesse aprovecha para leer las indicaciones para actuar en caso de encontrarnos con rebaños y perros guardianes

De momento, seguimos subiendo poco a poco, pasamos cerca de la Capilla. Enseguida, el paisaje cambia drásticamente, apenas si vemos algún árbol

Ahora, la hierba rasa contrasta con los colores de las montañas con tonalidades de grises, ocres y verdes, que le confiere un halo especial. Con paso firme pero relajado seguimos el paseo, contemplando las nieves que cubren las cimas. 

Desde aquí, oteamos el refugio, queda un tramo con algunas ramificaciones de riachuelos que inundan el camino, pero debemos seguir en el, puesto que el terreno alrededor, debido al deshielo y la proximidad del torrente que viene con aguas turbulentas, es bastante pantanoso.  

De hecho, justamente para poder cruzarlo, única forma de acceder al refugio, tuve que solicitar ayuda al refugio para que mi burra Princesa pudiese cruzar y como lo hizo! Con un salto de campeona, confiando en su capacidad y reconfortada por la presencia del chico y la mía

El refugio La Blanche (2500m) es acogedor y se come bien. El ambiente es extraordinario, la gente te pregunta y cuenta sus experiencias. Princesse i yo somos el foco de atención, debido a que nos comparan con una película francesa de éxito «Antoinette dans les Cévennes». Muchos turistas y montañeros nos hicieron fotografías o se acercaban a acariciar a la burra. Un lugar precioso, en un enclave junto a un lago, arroyos y un torrente. Rodeado de montañas como la Tête Noire. Un sueño. 

Nuestra instancia en el refugio dura dos días maravillosos. No tenemos mucha suerte con la meteorología adversa el segundo día, aunque intento subir al Col del Blanchet (2897m) se aprecia algo de nieve, pero la lluvia impide que se llegue hasta el. Las marmotas me acompañan en todo el trayecto. Las vistas asombrosas.

Que pena tener que abandonar este lugar idílico. El regreso a Saint-Véran se realiza por el mismo camino. empezamos el día con lluvia y volvemos al refugio les Gabelous a pasar la noche.

Último día, emprendemos la vuelta al Chalet de la Vie Sauvage por el mismo sendero que empezamos «Au pas de l’âne», no sin pararme a hacer fotografías y aprovechar al máximo la compañía de mi amiga Princesse.  

Cuantos secretos le he susurrado al oído! Cuantas canciones para amenizar el paso! Cuantos mimos, cuanto cariño! Sobran las palabras. Una experiencia sublime que no olvidare nunca. Paisajes de ensueño. Hermosos contrastes, miríadas de flores e insectos, encuentros simpáticos con turistas y senderistas, un sinfín de sensaciones y emociones… Un viaje que queda gravado en mi corazón. Cuanto te echo de menos, Princesse!

A continuación, os dejamos el enlace a nuestras fotografías de Facebook: 

Nuestras fotografías de Saint-Véran al refugio La Blanche
Nuestras fotografías del Refuge la Blanche y hacia el col Blanchet
Nuestras fotografías de la vuelta de Saint-Véran al Chalet de La Vie Sauvage

Hasta la próxima aventurer@s!!!