Château de Compiègne – Palacio de Compiègne

La visita a castillos, es siempre, revivir reminiscencias de un pasado histórico. Escudriñar rincones donde cobran vida los recuerdos de los libros del colegio con sus crónicas y relatos. Siempre conlleva algo de nostalgia, de curiosidad, de imaginación, de misterio y de magia.  Cada cual es diferente, cada cual esconde un halo especial, vivencias, secretos, que lo caracteriza. Les invito a recorrer algunos de estos castillos franceses, (no son los de la Loire, las comparaciones siempre son odiosas), pero no tienen nada que envidiarlos, son simplemente  únicos y magníficos. El primero de ellos: Château o palacio es el de Compiègne. Le seguirá un mini tour a los de Pierrefonds, Chantilly, Valençay, Fontainebleau y Vaux Le Vicomte. 

Debido a que los jardines del castillo abren al público antes que la visita al edificio, paseo por sus caminos ajardinados sembrados de flores y estatuas, un momento de relajación, de pensamientos, preludio a la entrada al palacio. En el «jardin des roses» (jardín de las rosas) «las especies expuestas proceden de las principales familias de rosas antiguas: Damascena, Centifolia, Gallica y Noisettiana. Se combinan con tres plantas perennes: peonías, amapolas orientales e iris. Durante la época de floración, esta excepcional colección ofrece a los visitantes una gran variedad de colores y fragancias.»

Construido por Luis XV y Luis XVI y reformado bajo Napoleón I y Napoleón III, el castillo de Compiègne fue un importante centro de la vida cortesana y del ejercicio del poder. La originalidad y la belleza del castillo neoclásico más grande de Francia, así como la calidad de su decoración interior y de su mobiliario, constituyen un conjunto único, un lugar histórico que, junto con Versalles y Fontainebleau, es una de las tres residencias reales e imperiales más importantes de Francia. (Fuente: www.chateaudecompiegne.fr)

El castillo de Compiègne cuenta con cuatro apartamentos principales (el del Emperador, el de la Emperatriz, el del Rey de Roma y el del Príncipe) que atestiguan su ocupación desde finales del siglo XVIII hasta el Segundo Imperio.

Algunas salas más sobrias contrastan con la pomposidad de las habitaciones, cuyos colores resaltan. No debemos perdernos el mínimo detalle de los frescos, tapices, techos, mobiliario, estatuas…que nos transportan a otra época antecesora a nuestro tiempo.

A lo largo de los años, la decoración ha ido transformándose debido a varias circunstancias como la Revolución francesa o simplemente por el gusto de quien la habitaba. De castillo se convirtió en palacio…Se puede apreciar cuadros famosos y una valiosísima colección de vasijas, entre otros muchos elementos de adorno…

´Un recorrido ameno, cultural e interesante por distintas épocas de la Historia. Imprescindible pasear por sus jardines y a la sombra de árboles centenarios que se abren a la impresionante avenida Beaux-Monts,junto a un bosque. En el primer párrafo disponéis del enlace a la página del castillo, con toda la información detallada.

 

 

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Hasta la próxima aventurer@s!!!