Egipto: Cuaderno de Bitácora: Abu Simbel

Desde El Cairo, vuelo hacía Asuán, en mi segundo día de estancia en Egipto, en marzo 2024. Desde el aeropuerto, un minibús nos conduce, donde estaba atracado el barco para el crucero en el lago Nasser, mar de Nubia, casi cuatro horas por carretera desértica. Tras disponer del camarote, me espera la visita a los templos de Abu Simbel, significa «el padre de la espiga». La primera sensación es de maravillarse. Apoteósicos e impactantes, los templos fueron construidos por orden del faraón Ramsés II, hijo de Seti I. La construcción del templo se inició aproximadamente en 1284 aC. Spéos sagrados de Ramses II y de su esposa y predilecta Nefertari. Dos impresionantes monumentos funerarios tallados en la roca, siguiendo el tipo hipogeo, compuestos de grandes estatuas al exterior y una gran sala con pilares, el santuario y la cripta. Huella de majestuosidad y testimonio de la grandiosidad de la época faraónica. Su interior guarda secretos, enigmas y minuciosos frisos a la perfección. 

Lago Nasser

Es un lago artificial nacido con la construcción de la presa de Asuán (inaugurada en 1971) Largo de 496 km, cubre hoy en día las tierras anteriormente pobladas por los nubios. El impacto ecológico de la presa no se conoce completamente. Su lado positivo: ha permitido el cese de las crecidas devastadoras, la explotación de nuevas tierras por irrigación, la producción de electricidad y la mejora de la navegación. Su lado negativo:  El limo es retenido aguas arriba de la presa, con el riesgo de empobrecer el suelo y necesita el empleo de fertilizantes químicos. El río no es lo suficientemente poderoso para retrasar las llegadas de agua salada del mar que esteriliza los suelos. Finalmente, la erosión de la costa en el Delta es hoy considerable. 

Desplazamiento de los Templos

Nubia es una zona arqueológica excepcional, jalonada por monumentos admirables como los templos de Ramsés II en Abu Simbel y el santuario de Isis en Philae. El salvamiento de Abu Simbel, tarea delicada, dura de 1964 a 1968, con fondos internacionales y auspiciado por la UNESCO. Los dos templos se desmontaron de las colinas que los sostenían y se cortaron en algo más de mil bloques, que se numeraron, transportaron y volvieron a montar en un acantilado artificial en su misma orientación, en un entorno que recreaba su ambiente original. Por la ayuda recibida, Egipto donó importantes tesoros y templos a otros países, como el Templo de Debod, que se encuentra en Madrid, o el de Dendur, que viajó hasta Nueva York (Fuente: www.egipto.net)

Templo de Ramses II

Construido en zona Nubia, estuvo, a pesar de sus dimensiones, prácticamente enterrado en el olvido hasta el Siglo XIX. El suizo Johann Ludwig Burckhardt, en 1813 vio asomar en la arena, la cabeza de cuatro gigantes de piedra, siendo uno de los mayores descubrimientos arqueológicos en la historia reciente.

Tuvieron que pasar otros cuatro años hasta que en 1817 el italiano Giovanni Battista Belzoni liberase de la arena la parte superior de una puerta y hallara el acceso al interior.

Estos templos nos descubren cartuchos, frisos, etc, minuciosamente colocados, conforme vamos adentrándonos. En la parte superior de la fachada, se observan 22 babuinos, dando al parecer culto al sol, alzando los brazos.

En el centro y sobre la puerta aparece la figura del dios Ra con cabeza de halcón y en la parte izquierda, una fila de prisioneros.

El Templo de Ramsés II, un auténtico símbolo de Egipto, gracias a su impresionante fachada compuesta por cuatro estatuas de 20 metros de altura, que se tallaron directamente sobre la roca. El templo fue construido por Ramsés II, para conmemorar su victoria en la batalla de Kadesh.

Está dedicado al culto del propio Ramsés y de las grandes deidades del Antiguo Egipto, Amón, Ra y Ptah. Estos tres dioses fueron muy venerados a lo largo de la Historia del Antiguo Egipto.

Ra era la cabeza de la Enéada de Heliópolis, Amón la cabeza de la Tríada de Tebas y Ptah el gran dios artesano de Menfis. Al lado de los tres se representa a Ramsés como el cuarto gran dios de Egipto.

La fachada del templo tiene 33 metros de altura por 38 metros de ancho y está custodiado por cuatro estatuas sedentes. Todas las estatuas representan a Ramsés II, sentado en un trono con la doble corona del Alto y Bajo Egipto. El faraón aparece como un Dios, y esa es la primera impresión que se tiene cuando se ven las cuatro  estatuas gigantes de Ramsés II (en realidad 3 completas, ya que una fue destruida, según creen, por un terremoto anterior a su redescubrimiento en el Siglo XIX). Cuando trasladaron el templo no quisieron reconstruir esta estatua para que se expusiera el templo tal cual lo encontraron.

Los capiteles, La parte interior del templo tiene una distribución similar a la mayoría de los templos del antiguo Egipto, con salas de tamaño menor, cuanto más cerca del santuario. La primera sala contiene ocho estatuas de Ramsés II elevado a la categoría de dios, tomando la forma de Osiris.

Las estatuas colosales a lo largo del muro de la mano izquierda llevan la corona blanca del Alto Egipto, mientras que las ubicadas en el lado opuesto cargan la corona doble del Alto y el Bajo Egipto.

Los bajorrelieves de las paredes de la sala hipóstila presentan escenas de batallas en campañas militares peleadas durante el reinado de Ramsés II. Muchas de ellas se refieren a la batalla de Qadesh, en el río Orontes en la actual Siria, en donde el faraón peleó contra los hititas.

El relieve más famoso muestra al rey en su carro lanzando flechas contra sus enemigos en retirada, que están siendo tomados prisioneros. Otras escenas muestras victorias egipcias en Libia y Nubia.

En la siguiente sala, se pueden observar cuatro pilares decorados de imágenes de ofrendas y, en las paredes, representaciones de Ramsés y su mujer Nefertari con las barcas sagradas de los Dioses Amón y Ra-Horajti. 

La barca sagrada es un icono de vital importancia para el pueblo egipcio, puesto que en el Antiguo Egipto, era un barco fluvial utilizado como un medio de transporte en los funerales y en la esfera religiosa, elevada a símbolo de las embarcaciones rituales.

El santuario de Abu Simbel es muy peculiar. En él se encuentran cuatro figuras esculpidas en la roca: los dioses Ptah y Amón, el faraón Ramsés II y el dios Ra, de izquierda a derecha

Durante solo dos días al año (21 de febrero y 19 de octubre, Tras el desplazamiento del templo, el fenómeno solar ocurre dos días más tarde de la fecha original.), el templo presenta una estudiada alineación con el sol. Durante las horas solares, un rayo de luz ilumina a más de 60 metros, las imágenes de Amón, Ra y Ramsés.

La imagen del dios Path permanece todos los días en la penumbra, a pesar de estar entre dos figuras ¿el motivo? Era el dios del inframundo, por lo que debía permanecer en la sombra. Las fechas de esta alineación con el sol corresponden, aunque no se sabe con certeza, al cumpleaños y la coronación del faraón.

Templo de Nefertari 

La fachada del templo presenta el tema del coloso real de Ramsés II, alternado con efigies de su esposa Nefertari con sus galas y sus hijos. En el pronaos, con sus seis pilares hathóricos, que sustituyeron a los colosos osiríes del speos de Ramsés II. El rey masacraba a los diversos pueblos enemigos de Egipto en presencia de Nefertari, mientras ésta hacía ofrendas a las diosas (pared posterior del pronaos). 

Tres puertas del pronaos daban al vestíbulo que precedía al santuario situado en lo profundo de la montaña. Dentro de esta matriz rocosa, podemos ver a Hathor, la diosa vaca, protegiendo el portal de Ramsés II, mientras que en la pared sur, el rey inciensa su propia imagen y la de la reina divinizada.

En la pared norte, Nefertari realiza el culto divino bajo la mirada de Mut y Hathor. Se conserva con todos sus colores, y tiene un toque de feminidad, que hace que el templo de Nefertari sea igual de impresionante. 

El espectáculo de luz y sonido recoge brevemente la historia tanto del faraón con sus batallas, como el rescate del Templo por organizaciones gubernamentales, con una puesta en escena grandiosa y muy colorida. 

Eso si, al día siguiente, al zarpar el barco, pude apreciar el amanecer con los rayos de sol, cubriendo de color dorado la arena y los templos desde el lago Nasser, una maravilla. 

Abu Simbel es la historia de un rescate extraordinario. Testigo de una época, que nos permite contemplar el poder  y subyugarse ante semejantes obras, cuyo segundo renacer puede nombrarse, nunca mejor dicho, de faraónico. Un privilegio ser mera espectadora de tanta belleza arquitectónica, realmente emocionante

Muchos templos y monumentos han quedado bajo el lago Nasser. Lo que nos ínsita a pensar en cuantos enigmas, tesoros y misterios se hallan escondidos en las profundas aguas del lago Nasser. 

Un amiguito muy simpático

A continuación, os dejo el enlace a mis fotografías en Facebook: 

Fotografías de ©Marie-Carmen Calatayud – @alustriel27

Hasta la próxima aventurer@s!!!