Egipto 2024. Cuaderno de Bitácora. Templo de Karnak

Egipto 2024. En nuestra última jornada de crucero por el Nilo, tras visitar Los colosos de Memnón, El Valle de los Reyes, el Templo de Hatshepsut y el Valle de los Artesanos, proseguimos por el imponente y majestuoso templo de Karnak. Tan impresionante era y sigue siendo, que hasta las tropas de Napoleón se cuadrasen ante ello. Esconde tanto misterio en miles de años de Historia, como los muchos monumentos que siembran Egipto. Todavía hoy, se descubren vestigios y ruinas, que salen a la superficie para atestiguar de su esplendor desde la Antigüedad.

Karnak

Más que un templo es «una ciudad santuario». Pórticos, estatuas y obeliscos conforman el paisaje del templo de Karnak. «Ciudad fortificada», llamada en el Antiguo Egipto Ipet sut, «el lugar más venerado». El nombre de una pequeña población, situada en la ribera oriental del río Nilo, al norte de Luxor, la zona de la antigua Tebas. Albergaba el complejo religioso más importante del Antiguo Egipto, consagrado al culto de Amón. A la entrada, una avenida bordeada de esfinges con cuerpo de león y cabeza de carnero. El carnero era una representación de Amón, la principal deidad adorada en el templo de Karnak. Cada esfinge protege, entre sus patas delanteras, una estatua de Ramsés II, el gran faraón de la dinastía XIX.

Esta vía de acceso conduce al imponente primer pilón, antes de adentrarse al primer patio, para admirar la magnifica estatua de Ramsés II. Más adelante, el descubrimiento de la majestuosa sala hipóstila y su bosque de 134 columnas. Un patio columnado, que sirve de inmenso vestíbulo a las zonas internas, aparece inmediatamente tras cruzar el primer pilono, así como una enorme columna con forma de papiro abierto. Es la única entera que queda de las diez que formaban el quiosco de Taharqa, el faraón nubio, un edificio que se utilizaba para proteger la barca del dios. Muy cerca de esta se encuentra otro elemento de gran tamaño: la colosal estatua de Ramsés II con su hija Benanta a sus pies, ubicada delante del segundo pilono.

Su trayectoria a través del tiempo es tan inmensa y abarca tantos siglos de Historia, que es imposible plasmarla en una entrada. No obstante, su visita incita en despertar la curiosidad por descubrir anécdotas, eventos, crónicas… Nada como sumergirse en el mismo templo, para durante unos instantes, dejarse transportar a tan fascinante época y asombrarse de su magnificencia.

Obeliscos

El faraón Tutmosis I, de la dinastía XVIII, mandó instalar cuatro obeliscos donde en su época se hallaba la entrada al templo de Karnak. De ellos, solo se conserva uno de 21,7 metros. Su hija, Hatshepsut, hizo construir uno mayor (a su derecha), de 28,6 metros. A los pies de ambos, yace otro obelisco de la reina, del que se pueden apreciar con detalle las inscripciones. Los tres están hechos de una sola pieza de granito rosa. . 

La inscripción en su base indica que el trabajo de cortar el monolito de la cantera, requirió siete meses de trabajo y estaba cubierto de oro. Cerca se encuentra un obelisco más pequeño erigido por Tuthmosis I. Hatshepsut levantó cuatro obeliscos en Karnak, solo uno de los cuales sigue en pie. Los obeliscos egipcios siempre fueron tallados en pedazos de piedra, generalmente granito rosa de las distantes canteras de Aswan, pero exactamente cómo se transportaron cientos de millas y luego se erigieron sin bloques y los trastos siguen siendo un misterio. 

El escarabajo de Amenofis III

Proseguimos avanzando y deambulando por el complejo de templos de Karnak, llegamos al lago sagrado. Aquí se alza un pequeño promontorio. Según la leyenda, el escarabajo del Templo de Karnak no es un escarabajo común. Se dice que es una manifestación del dios Kepri, el dios del sol naciente y de la creación. Es uno de los símbolos más icónicos y venerados en la cultura del Antiguo Egipto. También era un amuleto de vida y poder. Si das siete vueltas alrededor del escarabajo y luego pides un deseo, éste se cumple. No cuesta nada intentarlo 😉

Sala hipóstila de las Columnas 

Fue también Ramsés II quien culminó el bosque de columnas que forma la gran sala hipóstila, empezada bajo el mando de su padre, Seti I. Esta gigantesca sala se consagró al dios Amón. Hoy se están restaurando sus doce columnas centrales, de 21 metros de alto y con capitel en forma de papiro abierto, para sacar a la luz los grabados y colores originales. 

Aunque la mayoría de los templos egipcios se componen de una sala hipóstila, ninguna es tan espectacular como la del templo de Karnak. Perderse en este bosque de columnas de piedra produce una emoción tal que se entiende que los soldados de Napoleón, maravillados, se cuadrasen y presentaran armas espontáneamente en señal de respeto y admiración.

Consta de 134 columnas papiriformes, doce de las cuales (seis a cada lado) constituyen el pasillo central y miden casi 24 metros, mientras que el resto alcanzan 15 metros. Esta diferencia de altura permitía abrir en la parte alta un muro con celosías que filtraban la luz, ya que de no ser así sería una estancia muy oscura. El techo, que era una alegoría del cielo, cubría la totalidad de la sala y estaba decorado con millares de estrellas amarillas de cinco puntas en relieve sobre fondo azul. Esta sala sugiere la espesura del bosque de papiros que rodeaba al Nun, la colina primigenia que surgió durante el nacimiento del mundo y en la que se crearon los dioses y los seres vivos cuando aún no existía nada. (Fuente: https://viajes.nationalgeographic.com.)

Las columnas están decoradas con relieves que tienen que ver con la fundación de los templos y la donación de ofrendas al dios Amón, y también de cartuchos con nombres de faraones en su interior.

Merneptah, hijo de Ramsés II

En 1208 a. C. comenzó una batalla contra los libios, a los que apoyaban sus eternos enemigos, los pueblos del mar. Merneptah no tuvo piedad con ellos, la victoria fue total, como se puede comprobar en el templo de Karnak donde en grabados se representa la campaña del faraón. Ganó y los masacró sin miramientos. Su venganza y la forma de celebrar su victoria es, cuanto menos, estrafalaria, ya que cortaron los penes de todos sus enemigos y los guardaron como trofeos. La práctica egipcia, respecto a los trofeos de guerra, era cortar el pene de los enemigos muertos y su mano derecha si el enemigo estaba circuncidado. En total se estima que sólo en aquella lucha se llevo unos 13.000 penes cercenados.
De esta práctica existen hasta grabados en el templo de Karnak, donde se representa a los egipcios cortando los órganos sexuales y las manos de los vencidos…también pasó a la historia por otro motivo. Fue el faraón que persiguió a Moisés por el Mar Rojo cuando este escapaba de Egipto.

El viaje llega a su fin. Nunca estaré lo suficientemente agradecida por este sueño hecho realidad. Cada uno de los lugares, cada monumento, cada templo visitados,… es un autentico lujo y privilegio. Cada cual encierra su historia de varias civilizaciones, misterios, enigmas…Habrá que regresar algún día para completar el puzle especial de este magnifico viaje, que siempre deja ganas de más y que incita a saciar nostalgia y curiosidad, por el culto a tan venerada cuna de la Historia de la Humanidad.

A continuación, os dejo el enlace a mis fotografías en Facebook:

Fotografías de ©Marie-Carmen Calatayud Benavent – @alustriel27

Hasta la próxima aventurer@s!!!